1 de diciembre de 2007

Chávez és l'anècdota

Para quien crea que le puede interesar, le dejo la traducción al castellano de este artículo firmado por Vicent Partal, director de Vilaweb.

La traducción es gentileza de la florcita, y aquí el texto original para quien domine el polaco.

Aviso, no es un texto amable con el monarca. Quien tenga espíritu de siervo, de súbdito, haría bien en no leerlo para no sentirse ofendido.






Chávez es la anécdota

La pelea entre Juan Carlos I y Chávez en la Cumbre Iberoamericana ha tapado los dos momentos realmente clave. El primero cuando el rey español tuvo que oír que su polémica mediación en el caso de las papeleras entre Argentina y Uruguay había sido inútil. El segundo, cuando Daniel Ortega acusó a Unión Fenosa de maltratar a su país y Juan Carlos abandonó la reunión. Hay que tener en cuenta que Juan Carlos también había hecho de mediador entre Fenosa y Nicaragua. Pero, sobre todo, se deben poner todos estos hechos en un marco más amplio en el cual política, negocios y monarquía se confunden.
Después del franquismo, sobre todo con la llegada al poder del PSOE, empiezan a tomar forma dos fenómenos paralelos. Por un lado, está la consolidación de la llamada “cultura del pelotazo” entre una determinada clase empresarial de Madrid. Y por el otro, y es una pieza clave para que la primera pueda existir, está la idea de una plataforma política latinoamericana que pueda ser dirigida por España, en parte a imitación de la francofonía o de la Commonwealth, en parte para hacer posibles los enormes negocios que empresas del estado en proceso de privatización o acabadas de privatizar podrían hacer gracias a la influencia política.
Así coincidió la época en que Juan Carlos y Felipe González crearon una potente red de intereses políticos en el continente americano con la entrada en masa de las grandes empresas españolas: de Telefónica a Repsol, del Banco Santander a Endesa y Unión Fenosa, por ejemplo. Es un hecho público y notorio que el comportamiento de estas compañías, en general, ha sido polémico y que ha motivado muchas protestas en los países americanos. Y también es notorio que estas empresas han ganado mucho dinero en los países americanos, no siempre de una manera brillante. También que algunos dirigentes americanos, (Ménem sería el caso paradigmático) han participado en el juego y se han enriquecido personalmente facilitando a las empresas españolas la apropiación de empresas o de recursos estratégicos del propio país.
¿Qué papel tiene Juan Carlos en todo esto? Como cualquier otro jefe de estado, es favorable a las empresas españolas y hace todas las gestiones necesarias a favor de éstas. Esto hasta ahora no había sido difícil de compatibilizar con su imagen de persona neutral, que requería un estatuto especial como figura principal de las cumbres latinoamericanas, un poco al estilo del de la reina inglesa en la Commonwealth. Pero…
Estos últimos años, en muchos países americanos ha accedido al poder una generación de dirigentes que son o se presentan de izquierdas y que ya no tienen la unión personal con Zapatero que sus antecesores tenían con Felipe González y que, además, se suman a la crítica de lo que llaman el neoimperialismo español. Algunos lo hacen de una manera suave, como Lula o, hasta ahora, Evo Morales. Y los hay que lo hacen de una manera abierta y radical, como Chávez u Ortega. Seguramente porque son los que más han sufrido la actuación española, con las embajadas trabajando sin disimular contra ellos, en parte para favorecer los intereses de las multinacionales españolas.
En este contexto Chávez hizo un espectáculo, pero también tapó con su show el momento realmente duro: que fue cuando Juan Carlos se levantó y abandonó la sala mientras Ortega acusaba a Unión Fenosa de maltratar a la población nicaragüense.
Es cierto que Juan Carlos está aparentemente muy nervioso y hace cosas bien insólitas, como la visita a Ceuta y Melilla, o su comportamiento en esta cumbre, pero levantarse e irse porque critican una empresa española es un hecho simplemente insólito. Que en parte se explica, si tenemos en cuenta que él en persona hizo de mediador entre Unión Fenosa y el gobierno nicaragüense presidido por Daniel Ortega. Fue el pasado mes de julio: Ortega visitó Madrid y aceptó un pacto para reconducir la difícil crisis que afronta Unión Fenosa con el gobierno de Nicaragua y los consumidores de ese país. El año 2000 Unión Fenosa compró por sólo 115 millones de dólares toda la red eléctrica de Nicaragua con el compromiso de mejorar un servicio que nunca ha mejorado y que de hecho ha empeorado, y mucho (hoy los cortes de luz son constantes, durante horas). Si en julio Ortega se avino a negociar, con el amparo del rey español, y a firmar un “Memorándum de Intenciones”, ahora, en cambio, parece que le reprochaba que las promesas hechas entonces no se han cumplido y que la situación no hace más que empeorar. Y eso irritó tanto a Juan Carlos que perdió los estribos y abandonó la reunión.
Quizás porque ya era su segundo reproche. El primero, mucho más suave, le había llegado unas pocas horas antes de Argentina, que había anunciado en público que la mediación de Juan Carlos con Uruguay sobre la instalación de dos fábricas papeleras había fracasado. De hecho, el presidente argentino había sido tan diplomático que se había disculpado por haber pedido al rey español una mediación tan fracasada como “imposible”.
Argentina y Uruguay hace meses que se pelean por la instalación, en el lado uruguayo del río que los separa, de dos plantas papeleras muy contaminantes. Una es finlandesa y la otra, española, de Ence. Juan Carlos tenía que suavizar la tensión entre los dos países, pero su intervención no ha servido de nada. En buena parte porque sus esfuerzos más visibles han ido encaminados a asegurar que la fábrica española abriera sus puertas. ¿Y qué es Ence? Una antigua papelera estatal, ahora en manos de personas como Luis Arregi o los Albertos (ambos controlan el 30% de la empresa), conocidos por el hecho de formar parte del círculo económico que se mueve alrededor de Juan Carlos. Ence, además, es una empresa con graves problemas que necesita sacar adelante, de una manera angustiosa, la planta de Uruguay.
En una misma cumbre, pues, Juan Carlos se vio cuestionado en dos ocasiones, y públicamente, por asuntos económicos, y eso le debía superar. Los argentinos fueron muy diplomáticos en la forma, pero dejaron claro que la esperanza que tenían en él como mediador, la habían perdido por completo, y Ortega fue duro y directo. Tanto que miraba la cara de Juan Carlos mientras atacaba a Unión Fenosa. Fue entonces cuando el rey español se fue.
Pero, de todo ello, queda la anécdota, la confrontación que realmente tiene menos importancia de todas, que es el guirigay con Chávez, un político muy fácil de convertir en caricatura para los medios tradicionales, siempre ávidos de servir a la monarquía.

Vicent Partal



¿Vosotros qué pensáis de este análisis? ¿No coincide con lo que habéis leído o escuchado en los medios de comunicación de masas?



Se supone que el rey abandonó la sala por los insultos de Daniel Ortega. Por desgracia, la presentadora habla todo el rato y no deja que podamos escuchar los "insultos" del presidente nicaragüense.

La versión oficial nos es presentada.

Aquí os paso el discurso completo de Daniel Ortega en el que, evidentemente, nos saca los colores. Pero...¿mintió? Escuchadle y valorad vosotros mismos si tiene o no razón.





Con la verdad, ni temo ni ofendo.

4 comentarios:

JavierM dijo...

A la mosca cojonera le pareció exactamente eso: que el rey se levantó cuando Ortega le dijo cuatro verdades.

Anónimo dijo...

Muy buen artículo.

Muy aclarador, deja claro que todo el asunto de Chavez es una cortina de humo. Que a los españoles por cierto le gusta mucho, pues este es un país aficionado al tomate.

"Pero no es que el Rey no tenga modales, es que él es campechano".

flor de un día dijo...

Bua, cuando uno está acostumbrado a que le laman el culo haga lo que haga y diga lo que diga, a la mínima que alguien deja de hacerlo, se caga patas abajo.
Y eso no es lo malo (si uno no soporta escuchar verdades o simplemente saber que hay quien tiene posturas diferentes o incluso contrarias a la suya es su problema). Lo peor es que no se dé importancia a lo fundamental. Llama más la atención el insulto fácil, el payasete de turno, la crítica a la mala educación de no sé quién; y a eso vamos todos, al final.
Estoy un poco bastante hartita, del tema. Que incluso se hable en las escuelas, entre profesores y alumnos, debatiendo si lo que hicieron el rey o chávez estuvo bien o no... pf. Así nos va.

Anónimo dijo...

Si el diario Público, que se supone venía a cubrir el segmento de lectores de izquierda que hace tiempo abandonó El País, tituló la noticia en un primer momento como "Daniel Ortega ataca a España" -cito de memoria-, ¿qué podemos esperar del resto de medios?