19 de febrero de 2009

Limpieza étnica


La gente hace distinciones, según sus afinidades políticas, al valorar de distinta forma los crímenes causados por el ejército israelí o por las milicias armadas palestinas (Hamas, Hezbollah, Yihad Islámica, Mártires de Al'Aqsa...).

En cierta forma, también yo pienso que hay que analizar las circunstancias a la hora de valorar un delito. Por ejemplo, si un día tienes un pleito por agresión, el juez que juzgue tu caso no debería limitarse a las magulladuras sufridas que aduzca cada parte. Hay que quitar zoom y ver la escena completa.

Porque si estando tranquilamente en tu casa, han irrumpido de improviso unos asaltantes, y tú has tenido que proteger tu casa y tu familia con lo primero que encontraste para repeler la agresión, es muy diferente a si tú eres el asaltante y has propinado una paliza a los dueños de la casa para expulsarlos mediante la violencia.

No es lo mismo, y sólo un magistrado demente trataría por igual ambos casos.


Pero la legítima defensa exige proporcionalidad en la respuesta. Matar a millar y medio de personas alegando que la otra parte ha matado a cuatro de los tuyos es una barbaridad. Así lo cometiera el bando palestino. Imaginaos que, tras una de las frecuentes incursiones de Israel, una bomba mata a cuatro palestinos. Imaginaos que, de repente, un hada burlona intercambiase el armamento de ambos bandos, y pusiera en las manos de Hamas el armamento que EEUU suministra a Israel. Y que Hamas, para vengar este ataque contra su gente y evitar nuevas incursiones, bombardease Tel'Aviv y matase a 1500 ciudadanos israelíes.

Si Hamas hiciera tal cosa, sería absolutamente condenable; sería igualmente una atroz matanza y sus responsables deberían ser detenidos y pasar el resto de sus días en prisión. No hay defensa de tu tierra que justifique una masacre humana. ¡Cuánto más si quien perpetra la matanza no es el defensor, sino el ejército ocupante!





En otro orden de cosas, me gustaría que, cuando alguien abre la bocaza para hablar de paz, explicara qué hacer con el problema de los refugiados. En un comentario de otra entrada hacía el recuento:

El problema, es que hay 2,5 millones de palestinos en Cisjordania, 1,5 en la franja de Gaza. Medio millón en campos de refugiados del Líbano, más de medio millón en Siria (mejor integrados), 1,7 millones de refugiados en Jordania, y 70.000 en Egipto. Amén de palestinos refugiados en otros países árabes o europeos.

Esto es, más de siete millones de palestinos.

Es inevitable. Si quieres que un territorio se convierta en el hogar de 7 millones de judíos provenientes de todos los rincones del mundo, tienes que expulsar a una cantidad equivalente de personas que previamente estaban ahí. ¡Es impepinable!

¿Qué hacemos con esos 7 millones de palestinos que se han quedado sin su país?

Ahhh...


Los más generosos y pacifistas israelíes (absoluta minoría, como demuestran las elecciones) están dispuestos a replegarse a las fronteras del 67. Pero eso significa legitimar la anexión del 20% del territorio palestino, más allá del 55% que la ONU le concedió al Estado de Israel en 1947. Esta partición aboca a la creación de un estado inviable, fallido, que degenerará en nuevos conflictos. Por si aún no os habéis dado cuenta, la Franja de Gaza está separada de Cisjordania. En las conversaciones de paz (Madrid, Camp David, Oslo...) jamás se ha tratado el problema de los campos de refugiados. Ninguna de esas promesas de paz, con las que Israel se ha limpiado el orto, contemplaba el retorno de los que fueron expulsados de sus casas y viven hacinados, desde hace cuatro generaciones, en mitad del desierto, viviendo gracias a la caridad internacional. Arafat llegaba a acuerdos de mínimos, que yo considero absolutamente injustos e inaceptables, y que ni tan siquiera Israel ha cumplido.

¿Qué hacemos con los refugiados? Cuando alguien hable de paz, por favor, que antes me explique este punto. Porque mientras que haya gente viviendo de prestado en tierra de nadie, no habrá paz. Eso es evidente. A ver si dejamos la huera palabrería y tratamos de reflexionar sobre la situación.


Para que no se diga que el Mendigo sólo critica y no propone, insisto la que, para mí, es la vía más justa y civilizada de resolución del conflicto:

Como Israel no va a retirarse del trozo de Palestina que no le corresponde de buen grado, habrá que forzarlo: bloqueo económico y político del Estado de Israel, estrangulando su economía y desplegando un cordón sanitario en torno de un Estado racista como la Sudáfrica Boer; belicista, expansionista, como en su tiempo fue la Alemania nazi. De esta forma, se forzaría el fin de la ocupación sin disparar un sólo disparo y la retirada a las fronteras de 1948, en las cuales se desplegarían tropas de interposición internacionales.

Como dichas fronteras son también inviables, habría que trazar unas fronteras definitivas que repartiesen de forma justa, equitativa, salomónica, tierra y recursos entre ambos Estados a partes iguales (hay tantos palestinos como israelíes, unos 7 millones por cada bando). Por supuesto, esto supondría que los israelíes tendrían que ceder el 50% de la Palestina que han ocupado y hacerse hueco. Supongo que también pondrían fin a la política de inmigración, cuando ya no podrían ofrecer tierra a los judíos de todo el mundo a base de robársela a los palestinos. Pero al fin y al cabo, esto ya sería un asunto de política interior y podrían hacer con su país lo que quisieren, siempre que no intentasen invadir el país vecino.

Punto importante: las negociaciones para distribuir Palestina tendrían que ser conducidas por un organismo neutral (la ONU, si no fuese suya el origen del problema que creó la resolución 181, y estuviera tan infinitamente desprestigiada por las innúmeras resoluciones ulteriores con las que Israel se ha limpiado el esfínter). Las decisiones de los "partidores de tierras", como en el caso de una herencia, deberían ser vinculantes para ambas partes. Esto es necesario para que en la mesa de negociación la solución sea justa, y se imponga las razones y no las armas y los muertos que cada bando es capaz de aportar, como son las actuales negociaciones (una burla a la inteligencia, una mascarada, una coartada más de la ocupación).


Esta es la solución justa y civilizada. También podemos asumir el status quo, dar el visto bueno a la ocupación como hecho consumado, y seguir tildando de terrorista al pueblo palestino cada vez que procure recuperar lo que, según la misma legislación internacional, le pertenece. Es decir, guerra eterna. A eso es a lo que conducen los discursos hipócritas pidiendo la paz y el desarme del pueblo palestino, sin mencionar la palabra ocupación.


¡Ah! Una cosa más.

Moratinos, me das mucho asco.

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